lunes, 17 de diciembre de 2012

Luciérnaga

Corría a través de los bosques a lomos de los lobos.
Por las noches acunaba con su voz las estrellas y les contaba historias a los niños que no podían dormir.  Dibujaba sueños hermosos para todos aquellos que sufriesen pesadillas, y solo entonces descansaba.
Era un hada alada, una luciérnaga que expandía su luz incluso en las noches más cerradas.  Con su mirada atrevesaba corazas y lograba ver el alma de las personas. Era un espíritu libre, sin más bandera que los acordes prohibidos que podía tocar con sus manos y tan solo con las fronteras a las que sus alas no le permitiesen llegar.
Y entonces llegó él.
Tan sereno, tan terrestre. Tan frío y protector a la vez. Con unos ideales que parecían tatuados en su alma. Le faltó tiempo para romper su coraza y adentrarse en el mundo de aquel ser, que aunque aún no lo sabía, pertenecía a la más absoluta oscuridad.
Sin darse cuenta empezó a dejar de correr por los bosques, a dejar de volar por quedarse a su lado. Por las noches protegía sus pesadillas e intentaba dibujarle sueños que le tranquilizasen, que calmasen su nerviosismo, sus exigencias. Se dedicó a luchar batallas suyas, a las que él ni siquiera acudía.
Y dejó de lado todo lo demás. Olvidándose de todos, incluso de ella misma. Su luz apenas parpadeaba ya, y su infelicidad se hacía más palpable cada día que pasaba. Echaba de menos la libertad que él había tomado como suya sin ni siquiera preguntar. Echaba de menos las noches en las que iluminaba la peor de las pesadillas, en las que volaba con el viento rozándole la cara. No quería seguir siendo de nadie, que no fuese ella misma.
Por fin, después de mucho tiempo, le dejó. Sin apenas mirar atrás. Recuperándose en cada aleteo, en cada metro que le separaba de su pasado.
Ella era un hada alada, que había perdido su luz por él.

2 comentarios:

  1. Lo bueno de todo esto es que volvió a volar, libre, solo ella y nadie más :) A veces nos atamos a personas que más que felicidad nos regalan torturas y tristezas, pocas son las hadas que pueden volver a ser ellas mismas y regalar luz donde suele haber obscuridad.

    Un beso hermosa ;)!

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  2. Me gustan las luces pequeñita pero brillantes. A las luces les atraen otras parecidas a ellas o incluso mucho mas brillantes. Las pequeñas luces se acercan a este tipo de luces TAN brillante que al final terminan por dejar a oscuras a las pequeñas...

    Me gusta que las pequeñas brillen por si mismas. Que sepas que van a estar ahí...pase lo que pase. Me gusta ese tipo de luz que te espanta las sombras y las pesadillas.

    Tu eres ese tipo de luz, el tipo de luz que yo quiero en mi vida. No dejes que otros intenten brillar por tí, ni que otros vean en tu luz más de lo que de verdad puedan llegar a comprender...Tu luz es muy importante...mucho. No dejes que nadie te vuelva a dejar a oscuras mi pequeña Cold.


    Te quiero mucho mucho :)

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