domingo, 10 de diciembre de 2017

Seis años después

Recuerdo. Te recuerdo.
Un golpe seco.
Cojo aire, respiro. Pero duele. Dueles.
Aún dueles.
Siempre lo harás.
No hay cura posible, no hay anestesia
ni droga que me haga olvidarte.
Las heridas invisibles que me dejaste
son las únicas que no he sido capaz de cicatrizar.
Se reabren constantemente
y se me cuelan las ganas
y la vida.
Se me encoge el corazón al pensarte
me empequeñezco
al ver lo grandes que podíamos haber sido
y lo insignificante que me siento yo sola.
Soy adicta al dolor
que me produce tu no recuerdo
las imaginaciones
de un futuro que ya nunca podrá existir.
¿Cuándo me demostrarás que no me equivoqué?
Necesito saber que perderte sirvió para algo.
Sigue esperándome. Hasta que seamos etéreos.
Aún mantengo mi promesa.

jueves, 1 de junio de 2017

Temores cumplidos

Ayer te leí
después de mucho tiempo
y descubrí
lo que tanto había temido.
Te había soñado,
de verdad
llevaba soñándote desde que era pequeña,
pero al aparecer te convertiste en mi mayor pesadilla.
Y me di cuenta de que estaba sobreavisada
que sabía que no iba a salir bien
que nunca había existido forma de agarrarlo
desde antes del comienzo del fin.
Pero me empeñé:
en agarrarte,
quererte y
vivirte.
Y cuanto más ansiaba tenerte
más me iba muriendo,
sin darme cuenta de que en realidad
esa había sido mi elección desde el principio.
Ojalá se me hubiesen acabado las palabras
para ti,
nunca te las mereciste
y ahora ni siquiera tienen sentido.
Pero sino puedo declararte la guerra a la cara
tengo que escupir las palabras
que aun se clavan
muy dentro.
Joder, qué cabrón.
Te aseguraste bien de matarme
y rematarme
antes de darme una tregua para que pudiera dejarte marchar.
Y aunque no lo parezca
todavía sigo un poco zombie
un poco muerta en vida
aunque hayan pasado tantos años.
Si no es por ti,
yo lo sé
es por todo lo que me quitaste
las partes de mi que nunca volverán.
Me dejaste sin nada
más animal que persona
sobreviviendo
a una vida que ya no me interesaba.
No sé como explicarte
todo el daño que provocaste
sin que me cause odio
y asco.
Ojalá pudiera decirte
que estoy curada,
pero ayer te leí
y descubrí lo que tanto había temido.
Sigo zombie,
sin creerme lo bueno que me da la vida
y sin merecérmelo
por ti, por mi, por nuestra historia y decisiones.
Y la única verdad de todo esto es que
lo nuestro
hubiese sido más bonito
si nunca hubiese ocurrido.

domingo, 2 de abril de 2017

Mi abecedario personal

A. Fuiste el primero al que besé intentando olvidarme de otro. Lo siento, pero nunca llegué a quererte aunque realmente lo intenté, de verdad.
Mi otra A, no puedo no escribirte en mis memorias. Me salvaste más de una vez con tu risa. Ahora estás demasiado lejos. Te echo de menos (aunque será la primera y última vez que lo admita).
B. Una de las múltiples formas de llamarte, aunque yo nunca te llame así. No me diste la vida, pero si me la cuidaste. Por eso te quiero como a nadie. Sin tu pilar, me caería.
C. No te voy a escribir por tu nombre, porque contigo nunca lo utilizo. Mejor la palabra que sigue a todas las frases y que pone punto y final a todo lo demás. Además, tú no puedes compartir letra con nadie. La única persona que me lee entre líneas, y con la que comparto todas las palabras que no me atrevo a nombrar. Menos mal que tú no te has ido. No puedo elegir a nadie mejor que haya decidido quedarse. Lo demás, te lo he dicho y diré tantas veces, que este no es lugar para repetirlo.
D. Se puede decir que fuiste mi primer amor compartido, por eso tú no llevas ese título. Y porque te pensaste que con ella sería más fácil sólo porque se parecía a mí, pero en buena.¿Qué puedo decirte? Siempre me acordaré de aquel 6.
E. Tú. Siempre. Todo. Te pre-quise, quise, quiero y querré.
F. Creo que debo escribirte, porque nunca te olvidaré. Me hiciste recordar porque elegí una determinada carrera. Por personitas como tú, todo merecerá la pena. (Aún guardo tu pulsera, hasta que esa plaza sea mía).
G. Me mataste. Me disparaste, pisoteaste, asfixiaste... hasta dejarme casi sin vida. Eso no es romper un corazón, es estrujarlo entre tus manos hasta que explota una bomba nuclear. Ni siquiera mereces mi odio, por eso hace tiempo que te lo quité. Que te vaya bonito, que te vaya muy bien.
H. Recuerdo como me traías flores a la salida del colegio. Y aunque siempre te di calabazas, hiciste que esos años de mi infancia no fuesen tan malos como eran. Al menos durante esos segundos en los que olía las flores. Gracias.
I. Todos los que podríais haber sido y no fuisteis tenéis una i en vuestro nombre. Menos mal que finalmente no fuisteis, al menos no conmigo.
J. Aunque besabas mal, el sabor a anís de tus labios me hicieron la vida un poco más fácil en ese momento. Así que gracias, pero a ti tampoco te quise.
No me olvido de ti, la J. por excelencia. Nunca te perdonaré por romperle el corazón a ella.
K. Mi amor platónico. Me obsesionaste, y eso que no existías.
Y la otra K. Hubiese cometido locuras por ti. Suerte que me di cuenta de cómo eras antes de conocerte.
L. A la de antes, a la de ahora, a la del futuro. Te quiero. Siempre se me olvida decírtelo. 
M. Si que hubo una época en la que éramos parecidas, aunque siempre hubo elementos que nos diferenciaron. Te recuerdo con un cariño enorme, como a la T. Juntas, las tres, casi éramos invencibles.
N. Creo que has sido mi único amor de verano, quizá por eso te recuerde con tanto cariño. No te quise, pero siempre recodaré que me salvaste de una catástrofe inminente. 
O. Lo siento, no me queda otra letra libre, y esta ni siquiera tiene nada que ver con tu nombre. Pero el que quiera entender, que entienda. Me ayudaste a madurar y a ver que la vida no era tan bonita como la pintaban. Aunque quizá me hiciste verlo todo demasiado negro. Y al final, así se volvió nuestra amistad, y todo por la letra que viene después. Lo siento. 
P. Tú sí. Ese gran primer amor del que todos los libros hablan. Bueno, en nuestro caso amor-odio, pero eso da igual. Me rompiste el corazón de una forma muy bonita, aunque tardé años en darme cuenta. Por cierto, sigo besando a tu manera e intentando poner ese huequito entre los labios que tanto me gustaba. Me marcaste, qué le vamos a hacer. Y a ti si te quise. Volvería a cometerte, por muy error que fueses.Te odié, mucho, pero mi presente le tiene un gran cariño a tu pasado. Los fantasmas hace tiempo desaparecieron y tu recuerdo no duele. Gracias por formar parte de ese pequeño capítulo de mi vida. Me hiciste ser gran parte de lo que fui. 
Q. Mi sin nombre eterno, mi mayor secreto. No me he olvidado de ti.Ya sabes que pienso en ti todos los días, fue una promesa. Y yo nunca las rompo. Gracias por dejarme volver a ser feliz. Yo todavía no me he perdonado, pero sigo en ello. También te lo prometo. 
R. Me has salvado la vida durante casi un año. No me conoces, ni creo que nunca llegues a hacerlo, pero gracias. Solo por eso, siempre estaré aquí. 
S. Dos de las que fueron mis mejores amigas tenían esta letra. Pero también mi peor enemiga. Todas me habéis hecho aprender, así que gracias.
T. La inocencia personificada que creció. No sabes lo que echo de menos a esa niña. Casi toda mi infancia y mi adolescencia fueron contigo, eso no se olvida nunca. Te deseo lo mejor, a ti no puedo desearte otra cosa.
U. En realidad esta es tu segunda letra. Creo que nunca te he escrito, pero realmente te mereces estar aquí. Eres un buen amigo, y ya sabes lo que me cuesta a mi decir cosas como esas. Te cuento como uno de los dedos de mis manos, y creo que eso es de lo más bonito que puedo decirle a alguien.
V. Venga, por eso de que sin vosotros dos no estaría aquí. Por la vida. Gracias por dármela.
W. A vosotras tres os meto aquí. Tampoco me olvido de él. Lo de la letra, es por el ser peludito que tenéis. Sois mi segunda familia.
X. Este va por ti, porque tu letra ya está ocupada y porque te gustaba utilizar esta en tu nombre de las redes sociales. Me enseñaste cuánto bien y cuánto mal te puede hacer una amiga. En realidad nos parecíamos demasiado, creo que pocas personas me entienden como tú llegaste a hacerlo. Una pena, podíamos haber sido eternas. Pero no te echo de menos, supongo que por algo será.
Y. Y aquí os meto a todos vosotros. Porque soy así de chula y porque uno de vuestros nombres empieza por esta letra tan rara. Entendedme, es que sino ocuparíais casi todo el abecedario. Sois indispensables en mi vida. Lo que vosotros me habéis dado y seguís dando cada día es la única definición de familia que conozco. 
Z. A ti también te echo de menos. 

sábado, 1 de abril de 2017

Corazón pirata

Que sí, que tengo el punto de mira un poco desenfocado
y a veces, aunque tenga claro el objetivo
mi disparo sale malparado.
No sé por qué me extraño después
de estar recubierta de espinas,
que, no nos engañemos,
no amortiguan el golpe
pero me hacen parecer más dura.
Y al final, todo el mundo acaba sangrando conmigo,
y no os creáis eso que dicen
de que todo lo que merece la pena
tiene que doler.
Es la mentira más absurda que nadie nos ha contado jamás.
Solo puede doler
por despite
inatención
o desconocimiento de causa.
Todas las demás razones no merecen que nadie se desangre.
Yo duelo 
porque otros me han dolido antes,
y no es una excusa barata
es que al final los corazones rotos
se acaban volviendo un poco piratas,
y aunque a veces provoquen naufragios en los ojos
también han aprendido a ser feroces.
Y con el tiempo, las cicatrices se vuelven duras y feas,
solo para después desdibujarse
y dejarnos el sutil recuerdo
de que las espinas solo hay que guardarlas
con quien no utiliza sus armas
para rompernos en pedazos.
Nos recuerdan que detrás de todo ese sufrimiento
aún somos capaces de sentir
con cada latido.
Aunque duela.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Nos quisimos demasiado


 
Con el tiempo he aprendido
que la medicación más frecuente contra el dolor
es el olvido.
Aunque su efecto secundario sea la locura,
aunque contra todo pronóstico
acabemos por ser nosotros mismos los olvidados.
Retazos de una memoria infiel
que nunca juega limpio,
siempre esconde un as ganador,
un destello, una imagen
o quizá simplemente una palabra
que nos hace perder el equilibrio.
Y caer.
Caer.
Seguir cayendo.
Y volver a ese momento
del que salimos huyendo sin mirar atrás.
El punto y final,
las lágrimas de despedida,
el abrazo del "nos veremos pronto,
pero no aparezcas en mi vida",
las últimas palabras versadas en nuestros labios.
Y volvemos a caer.
Más abajo.
Más profundo.
Y revivimos todo aquel torbellino de lagrimas
y ese dolor tan agudo
que casi nos dejaba sin respiración.
Pero dura poco.
La caída sigue su curso.
Aún no hemos llegado al final.
Nos dejamos caer hacia el mar
de sonrisas infinitas
de promesas absurdas, pero bonitas
de las horas que se quedaban cortas
y de las guerras de cosquillas
que siempre acababan en la cama.
Y pensamos:
Joder, qué mierda,
todo debería ocurrir de atrás para adelante
Odiarnos, dolernos, llorarnos
solo para después
acabar queriéndonos como nunca.
Pero no nos da tiempo a pensar más
acabamos de caer
en el más oscuro abismo
en el que por fin hacemos pie.
Y empezamos a ver una luz que nos indica
la salida
y que nos recuerda
que nos quisimos demasiado,
demasiado poco
demasiado mal.