Ya no te tengo miedo.
Te quise, mucho. Me agarré a ti como si fueses el último clavo ardiendo que pudiese hacerme sentir viva.
Pero me engañaste.
Todas las promesas que venían contigo, suponían un precio que yo nunca hubiese estado dispuesta a pagar.
Deberías haberme avisado.
De tu doble cara, de la soledad que me acompañaría si me quedaba a tu lado, de la frialdad que me encogería los huesos y el alma.
Porque tú nunca te dejarías atrapar. Aunque me mostrases lo contrario.
El egoísmo suele estar disfrazado de la palabra libertad.
Y tú sueles esconderte donde menos lo espero. Donde la claridad casi puede ser igual de dolorosa.
Pero ya no me haces daño, no puedes atraparme.
Eres a partes iguales bonita y dolorosa. Como una canción que no puedes dejar de escuchar o una obra de arte que no puedes dejar de mirar. Como una droga que crea una dependencia que te acaba matando por dentro.
Pero hace tiempo que te olvidé y que pagué mis cuentas pendientes contigo.
Y al contrario de lo que pensé y deseé por mucho tiempo, ya no quiero que vuelvas. No te necesito más, oscuridad.
A veces nos hacemos dependientes de lo que nos hace daño. No sé si por miedo a la soledad, a no volver a sentir lo mismo, o porque verdaderamente nos gusta sentir algo de dolor, antes que felicidad. Pero lo importante es aprender a vivir sin ello, pasar página, superarlo, aceptarlo, y no volver a fallar en la misma piedra.
ResponderEliminarUn beso
Quién nos iba a decir a nosotras que sufriríamos por un amor que nunca nos correspondió del todo. Teníamos tanto miedo a volver a sentir que no nos dimos cuenta de que nunca dejamos de hacerlo, de que sólo estábamos esperando a la persona indicada para ello. Y lo peor de todo es darte cuenta de que no la haabíamos encontrado aunque pensasemos por un simple instante que sí. Si se fue y no volvió, es que nunca nos perteneció Cold y eso tu y yo lo sabemos.
ResponderEliminarMe gusta todo lo que escribes. Quizá porque deseo que en parte se pueda aplicar a mi en estos momentos, tener la suficiente estereza para escribir con tanta fuerza como lo haces tú, con esa paz y tranquilidad después de los días malos. Se que necesito tiempo, pero espero conseguirlo.
Se lo difícil que ha sido para ti todo esto. Que aunque sientas que esté superado siempre será esa cicatriz tirante que tratas de esconder y que parece desaparecer. Siempre estará ahí, sabes que nunca se irá pero mientras no le eches un vistazo no tendrás miedo de que pueda vovler a abrirse. Algunas heridas quedan tan selladas que aunque esperes , no volverán nunca a sangrar de la misma forma y con la misma intensidad.
Te encarcelaste a alguien Cold que no era capaz de hacerte libre. Te apresó en un amor tan frío que casi no podías ni respirar, era lo que tu nunca llegaste a ser y lo que nunca tendrías que haber sido. El fue una experiencia en tu vida, un punto de inflexión, creando en tí una dependencia que te consumía constantemente. Posiblemente nunca vuelvas a sentir esa sensación, porque tu ya no ers la misma y porque ninguna desearía eso para nadie.
Tú eres muy fuerte Cold. Mucho. Y lo sé porque te he visto avanzar, a pasos tan pequeñitos que parecía que el camino no terminase nunca, pero ahora estás aquí, conmigo y me ayudas a avanzar, me ayudas a no tener miedo, me das esperanzas Cold. Y posiblemente es lo unico que puede salvarme. De mí misma, como siempre.
Asique solo puedo darte las gracias por iniciar de nuevo este viaje conmigo. Este viaje que repetimos cuando nos hacen daño. Porque nunca escribimos sobre las cosas felices. Porque nunca escribimos cuando somos felices, Porque no hace falta, porque cuando eres feliz no te interesa escribirlo ni analizarlo, sino que disfrutas de cada momento, lejos de este amasijo de palabras que atrapan y curan al mismo tiempo. Porque solo utilizamos las palabras cuando necestimos que nos curen, de nosotras y de ellos, dell tiempo y del dolor. Sé que no podría iniciar este viaje sola, porque este viaje es de las dos.
Gracias Cold, por cada día y por cada momento.
Te quiero mucho mucho :)