domingo, 5 de abril de 2015

El desaprendizaje de los corazones

Al final siempre acabo suspendiendo la misma asignatura.
Da igual lo mucho que la repita, el tiempo que pase practicando o incluso reflexionando sobre ello.
Porque al final, nunca la supero. 
Creo que en realidad mi corazón está tan acostumbrado a andar sobre campos minados que explotan en cualquier momento, que ya no sabe distinguir un latido de una explosión.
Porque nunca supo apartarse a tiempo.
Ya no tiene término medio. Puede ir descalzo por los caminos más pedregosos o con botas de hierro destrozando un campo lleno de flores.
Porque a veces no quiere abrir los ojos y solo consigue tropezarse una y otra vez.
Y es que hay veces que se encuentra a tanta distancia de los demás, que aunque lo intente no puede comunicarse. 
Será que aún no somos expertos en la lengua de corazones. Será que es un idioma que muy pocos pueden hablar.
Y es que el mío está tan lleno de cicatrices que le resulta difícil querer sin que alguna se abra. 
Hace tiempo que late más despacio, más suave. Como si no quisiera que nadie se de cuenta de que está ahí. Como si cada palpitación le devolviese a la vida de nuevo.
Pero esa no es su función. Por eso sé que volveré a suspender.
Porque aún no ha aprendido el punto exacto en el que se debe colocar a la altura de otro corazón. Tampoco sabe dejar de crecer hasta robar la razón. O no empequeñecerse hasta casi desaparecer cuando le hacen daño. 
Aún no sabe nada. 
Porque al final, pase el tiempo que pase y tengamos los años que tengamos, nuestros corazones seguirán siendo como niños.
Inocentes, puros y vulnerables.
La forma más rápida de darnos o quitarnos la vida.
La única sobre la que nosotros no tenemos ningún control.

6 comentarios:

  1. Aún así creo que los corazones también tienen memoria, pero a diferencia de la razón no son nada rencorosos, sino que cuando vuelven a latir olvidan que una vez alguien les dejó sin aliento y aunque se prometieron que nunca más se permitirían ser tan vulnerables, vuelven a serlo. Porque joder, de que hubiese valido la pena entonces todas las tiritas que le pusimos y el empeño para que no se desvaneciera. En el fondo nunca hemos perdido la esperanza, ni de sentir ni de que nos hagan sentir, por mucho que hace unos años nos prometiésemos que nadie más nos haría sentir de esa manera. Hay veces que no se puede elegir. Nosotras nunca tenemos esa opción, sólo la de no intentar perder oportunidades. Las mejores nunca se repiten. Nunca.

    Que puedo decirte de este texto tan especial, que me encanta, me envuelven tus palabras, me sanan, me alientan, me dan fuerzas, porque que complicado es habitar este mundo donde al darle forma a la imaginación también hacemos real la realidad, la de nuestros sueños, nuestros miedos, nuestras caídas, que difícil sería hacer todo esto sin otra persona que te comprenda, porque hacemos esto para que nos lean, para leernos como si fuésemos espectadoras, para compartir puntos de vista y para hacer de todo lo que vivimos algo útil, para nosotras.

    Creo que sabes que necesito este mundo que ahora lo controla Maara Wynter. Porque detrás de estos textos veo a una persona extraordinaria, una persona llena de energía y que aún no ha perdido la esperanza, aunque no crea ya en imposibles.

    Gracias Cold, por todo, por esto y sobretodo por lo que está por llegar, por lo que nos ha ocurrido y lo que nunca nos ocurrirá.

    Es bueno saber que aún tenemos partes de esas chicas de hielo que fuimos.

    Te quiero mucho mucho :))

    ResponderEliminar
  2. Es verdad, pueden que sean asignaturas pendientes, pero muchas veces nos empeñamos en que empiece a latir como un loco, cuando no es el momento, lugar, o persona. Y nos asaltamos una y otra vez, esperando que esa fruta roja madure, para latir al unísono con otra... Bah... ¿quién entiende a los sentimientos?

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Tal vez tener alguna asignatura pendiente en la vida es lo que realmente da sentido....Aunque sea trágico...

    Bonita entrada.
    Un saludo Maara!

    ResponderEliminar
  4. Hola; gracias por pasarte por mi blog. El texto está cargado de cicatrices que vuelven a abrirse en un proceso cíclico en que la experiencia es un grado. Eso sí, los sentimientos se rigen por mecanismos que no podemos manejar. Y, en cada explosión, vamos dejando de lado nuestra parte inocente, un aspecto que nos hace menos humanos. Saludos. Pablo.

    ResponderEliminar
  5. Siempre me gustaron tus ojos de perfil y me atraparon tus letras.. ¿O era al revés? El caso es que vuelto a que me lo verses, a ver si así.. (;

    Gracias por seguir sintiendo, no pierdo la esperanza de encontrarme alguna vez un corazón. Ni tampoco el tuyo.

    Muá. Muá, y todos los demás que no llegaron a tiempo.

    ResponderEliminar
  6. El mío ahora mismo late un poquito más fuerte por lo identificado que se siente.
    Pero solo un poquito, no sea que vengan de visita y vuelvan a provocar el caos
    sin a penas empezar a organizar todo de nuevo.
    Saludos!

    ResponderEliminar