sábado, 22 de marzo de 2014

Inevitable pensar...

Me pregunto cuánto queda de nosotros mismos después de toda una vida.
Nos construimos echando raices en personas efímeras, con la absurda esperanza de que el dolor de su huida merecerá la pena en cuanto veamos un atisbo de nuestra personalidad brillando dentro de ellos. Pero una vez lejos, dejas de verles a ellos, y mucho menos a ti. Entonces te preguntas a donde irán a parar todas aquellas cosas que entregaste sin pensarlo y que nadie quiso para sí. Y asi es como dejamos de ser inherentes a nuestra propia personalidad. Llenos de agujeros y vacios que intentar llenar con el humo de un cigarro que nunca llega. Llenos de promesas incumplidas que acabaron siendo deseos formulados en forma de súplica.
Y la verdad, es que ya no sé si escribo para olvidar o para recordarme.
Porque al final ya no sabes cuando eres más tú... intentando olvidarlo todo o llenando los vacios con todas las partes de otros que se perdieron dentro de tí.

3 comentarios:

  1. Yo creo que aunque entreguemos una parte de nosotros a otras personas, no nos vaciamos por dentro, porque a la vez nos llenamos de lo que ellos nos aportan, nos completamos. Y cuando se van… se llevan lo suyo, quizá una parte de lo nuestro, pero es mínima, porque con el tiempo volvemos a reconstruirnos y a ser más "nosotros mismos" que nunca.

    Un besito

    ResponderEliminar
  2. La sensación de vacío es una de las más aterradoras que he sentido jamás.
    Pero al final, muy al final, te encuentras a ti mismo con los cachitos de quienes se han llevado cachitos de ti.
    Y eso, para bien o para mal, nos hace ser quienes somos

    ResponderEliminar